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Nadie tiene 500 amigos en facebook
Ni 200 ni 100, que es la cantidad típica de amigos que tiene cada usuario en Facebook. De los 900 millones de personas que habitan Facebookistán, un tercio, unos 300 millones, ha reducido el tiempo que dedica a la red social por puro aburrimiento como principal motivo. Es lo que dice una encuesta que confirma que Facebook aburre ya hasta a las ovejas. El estudio está disponible en internet para cualquiera que quiera consultarlo; igual que está en internet el cuándo, dónde y con quién te tomaste el último mojito.
Al principio Facebook parecía una buena idea; un medio diseñado para interactuar con amigos y conocidos, encontrar gente del pasado y mantenerse en contacto con ellos de forma fácil, cómoda y directa. En la práctica esa facilidad nos satura y la comodidad nos convierte en unos vagos sociales: basta un me gusta para dar por celebrado que quien fuera tu mejor amigo en el colegio acaba de ser padre.
De modo que en realidad la mayoría de esos cientos de amigos de Facebook apenas son más que una colección de personas medio conocidas. Facebook se asemeja más a un cementerio de amistades pasadas. O, en el mejor de los casos, a una máquina de prolongación artificial de amistades en estado terminal; las que no pueden sobrevivir de forma natural pero que se mantienen con algunos me gusta, toques y comentarios ocasionales, como mucho. Nadie tiene 500 amigos.
Porque con una media de más de 100 amigos por usuario es simplemente imposible prestar atención a todo lo que pasa y sucede en Facebook. No al menos a nada que suceda más allá del momento en el que se consulta, o poco más. Salvo que se mire demasiado a menudo. Y esa fracción de atención que tú puedes dedicar a tus amigos es muy parecida a la que ellos te pueden prestar a ti. Exceptuando esos momentos puntuales en los que sometes a alguien –o eres sometido por alguien– a escrutinio y cotilleo. Una ex pareja, por ejemplo. Así que al final ignoramos a la mayoría de los contactos. A muchos de ellos de forma habitual. Pero los mantenemos en la colección. Silenciamos las publicaciones de esa tía abuela lejana que no hace más que publicar horribles fotos de unos primos a los que no conoces; creamos listas para mantener a algunos de los amigos de Facebook excluidos de lo que se comparte habitualmente, pero sin que se note mucho que no son bienvenidos. Y aceptamos solicitudes de amistad de viejos conocidos a los que damos largas para no tener que quedar a tomar café.
Así que parece que en Facebook, más que amistades, lo que se busca es audiencia para el espectáculo de exhibicionismo que es en muchos casos; un espectáculo en el que sólo dejamos ver nuestro perfil bueno. Como sea, en Facebook, como en internet en general, es necesario tener controlado qué se comparte y con quién. Qué es –y también lo que no es– público; lo que se comparte con todos o sólo con determinadas personas. Es verdad que parece que hace falta tener una ingeniería para poder configurar correctamente las intrincadas y complejas opciones de privacidad de Facebook, que además cambian constantemente. Precisamente por eso conviene comprobarlas de vez en cuando. Existen herramientas on-line que ayudan a revisar esa configuración.
Pero nadie está a salvo de meter la pata o de publicar una actualización o fotografía desafortunada en algún momento. Ni de que algo que debería ser privado acabe siendo público. Si te preocupa eso lo mejor es no publicar nada que pueda resultar comprometido o dar lugar a interpretaciones. El sitio de humor The Onion lo sintetizaba perfectamente con este titular: «Debido a Facebook, ningún candidato será elegido en las elecciones presidenciales de 2040».
*Artículo originalmente publicado en el nº183 de GQ. fuente
Articulo publicado por la revista GQ,