Actualidad
Banquete navideño, (BIEN). Navidades infernales, (MAL). Cómete primero la sopa.
Pues no. Ver a la familia y amigos que echamos de menos está muy bien. Comer cosas deliciosas que no nos permitimos el resto del año, también. Descansar, imprescindible.
Con esta serie de entradas navideñas propongo trucos para controlar los estragos y maximizar la diversión. Hoy veremos el más terrorífico: la comida.
Lo mejor sería no cometer excesos, pero como es probable que caigas, aquí tienes dos trucos y una sopa que pueden ayudarte:
1. Come. Despacio.
En Navidad los atascos, recados, compras, compromisos familiares y fiestas nos trastocan los horarios. Nos sentamos a comer tarde y con mucha hambre. ¿Y qué hay en la mesa? De aperitivo, una bandeja de turrón o embutidos. Luego viene el primero, el segundo, el postre y los licores. Cuando nos damos cuenta, nos revientan las costuras del pantalón.
El secreto es comer despacio. Disfrutar de cada bocado como si fueras un condenado a la silla eléctrica en su última cena. Saborea ese mazapán a pequeños bocados, tómate el champán a sorbitos. Paladea el cordero. Come un poco de todo, haz que duren las cosas que más te gustan. Por un lado, aumentas el placer de comer, y por otro, sin darte cuenta, vas a comer menos. Al comer despacio damos tiempo a que la leptina, la hormona de la saciedad, llegue a nuestro cerebro y nos avise de que ya tenemos bastante.
2. Bebe agua
Si solo pudieras hacer una cosa para minimizar los estragos navideños, que sea esta. En general, en Navidad comemos demasiado y bebemos muy poca agua. Además, nuestro cerebro confunde a veces la sed con el hambre. Prueba esto: antes de cada comida bebe dos vasos de agua, sola o con un chorro de zumo de limón.
El agua nos ayuda a controlar la saciedad. El limón ayuda con vitamina C, necesaria en el metabolismo de las grasas. Si bebes vino, cerveza o licores, la mejor forma de evitar la resaca es beber por cada copa de alcohol un vaso de agua. La resaca es básicamente deshidratación.
3. Cómete la sopa
La madre de Mafalda tenía razón. En la cena de Nochebuena imita a tus mayores y tómate un buen tazón de consomé. La sopa es sobre todo agua (ver apartado anterior) y nos aporta además los minerales de las verduras y proteínas de la carne o el pescado, con muy poca grasa.
Las madres de todo el mundo tienen una técnica especial para que la sopa hierva a 450 grados C, así que si aprecias tu lengua estás obligado a tomarla despacio. Después de la sopa tendrás algo menos de apetito, justo la oportunidad que necesitas para comer un poco de todo, despacio y bebiendo mucha agua.