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El reloj biológico: teorías y realidades. Factores que inciden en el envejecimiento
A lo largo de la historia, el ser humano ha buscado incesantemente la llave hacia la eterna juventud. De distintas maneras, el hombre ha manifestado siempre su descontento hacia el deterioro físico y mental, y ha indagado sobre alternativas que le garanticen una vida prolongada y saludable. Pero el camino que conduce hacia la longevidad es complejo, máxime en la postmodernidad.
Numerosos factores ambientales a los que nuestros antecesores no estaban expuestos, ponen en peligro el bienestar del cuerpo humano y aceleran procesos de desgaste; entre ellos el estrés extremo y el daño causado por la sobreutilización de ciertas herramientas tecnológicas. Sin embargo, existen también teorías que ligan el envejecimiento a una cuestión meramente genética, al margen de su entorno. Esto –siempre según estas teorías- permitiría a las personas conocer a qué ritmo envejecerán.
“Dentro de las teorías del envejecimiento hay dos grandes vertientes: teorías deterministas o genéticas puras, y teorías epigenéticas”, destaca el doctor José Luis Díaz Casal (MP: 17.758/6), del Sanatorio Diquecito, Argentina. “Las primeras consideran a los genes como únicos responsables del envejecimiento del organismo. Dentro de las segundas, en tanto, quedan incluidas todas las teorías que, teniendo en cuenta la participación de los genes, otorgan un papel relevante a los factores ambientales. Podemos decir, entonces, que el envejecimiento tendría una base genética pero que a su vez hay factores ambientes que influyen decididamente en el proceso de desgaste del organismo”, afirma.Ciertas teorías, como la del Límite Mitótico de Hayflick, afirman que las células tendrían un reloj biológico que marcarían el número de divisiones o mitosis que son capaces de tener a lo largo de sus vidas, número que estaría relacionado directamente con la edad del individuo. Es decir que si nosotros pudiésemos leer perfectamente los genes podríamos saber hasta cuándo podríamos llegar a vivir. Sin embargo, una cosa es lo que un investigador detecta en un laboratorio y otra cosa es cuando el organismo analizado entra en relación con el ambiente.Los radicales libresOtra teoría que ha demostrado ser útil para entender los complejos procesos del envejecimiento es la que se refiere a la producción de los llamados “radicales libres”, o teoría de la oxidación.
Los radicales libres son especies químicas derivadas del oxígeno, producidas continuamente en el metabolismo celular como consecuencia de la utilización del oxígeno para la producción de energía. En otras palabras, son residuos del metabolismo celular que generan reacciones adversas para el organismo, entre ellas el envejecimiento y la muerte. El correcto funcionamiento de nuestro organismo se basa en un delicado equilibrio entre la cantidad de oxidantes que producimos y la de defensa de antioxidantes de que dispongamos para neutralizarlos. Por lo tanto, y siguiendo la sugerencia de esta teoría, cuantos más antioxidantes tengamos a nuestra disposición más protección tendremos contra las acciones negativas de estos radicales libres.
Los alimentos aceleran el envejecimiento
Existen una gran cantidad de alimentos de consumo habitual que, según los estudios, contribuyen a la aceleración del proceso de envejecimiento. Entre ellos se destacan las carnes rojas, con alto contenido de grasa; alimentos ricos en grasas saturadas, frituras, azúcar y otros carbohidratos refinados y todos los productos envasados que contengan grasas trans. Todos ellos deben ser consumidos en cantidades acotadas.
Los 10 nutrientes esenciales para vivir más y mejor
Una serie de nutrientes esenciales se destacan por contribuir a contrarrestar el proceso de desgaste celular del cuerpo. Estos son:
1- Ácido Alfalipoico. Es un potente antioxidante. Contribuye a incrementar los niveles de insulina en sangre, entre otros. Se encuentra en la espinaca, brócoli y arvejas.
2- Aminoácidos. Estimulan en general la actividad bactericida de los macrófagos, y en el caso particular de la arginina estimula la liberación de la hormona del crecimiento, insulina y glucagón. Estos aminoácidos son:
– Arginina. Se encuentra en el pescado, maní, nueces, frutas de cáscara dura y berenjena.
– Tirosina. Se encuentra en la leche y derivados, huevos, arroz integral y porotos negros.
– Lisina. Se encuentra en quesos, huevos, pescado y pollo.
– Carnitina. Se encuentra en Huevos, pescado, carnes y leche.
3- Antioxidantes. Actúan neutralizando los radicales libres. Se encuentran en el pescado, soja, avena, ajo, frutas y vegetales de colores (uva, manzana, ciruela y zanahoria), chocolate amargo y vino tinto.
4- Picolinato de cromo. Potencia la acción de la insulina a nivel celular. Se encuentra en el brócoli, papa, manzana, banana, jugo de uvas y de naranja.
5- Coenzima Q10. Refuerza el sistema inmunológico y protege el sistema cardiovascular. Se encuentra en el salmón, sardina, espinaca, maní y carne vacuna.
6- Omega 3. Disminuye la incidencia de enfermedades cardiovasculares y tendrían efectos benéficos a nivel cerebral. Se encuentra en el salmón, tofú, calabaza, aceite de oliva, espinaca.
7- Glucosamina. Favorece el desarrollo del tejido cartilaginoso. Se lo utiliza para el tratamiento de la artrosis. Se encuentra en el exoesqueleto de los crustáceos y otros artrópodos, y en algunos hongos.
8- Té verde. Contiene polifenoles de potentes efectos antioxidantes y, en menor grado, antibacterianos. Se obtiene de la Camelia Sinensis.
9- Granada. Es rica en antioxidantes, oligoelementos y vitamina C. Tiene, entre otras, propiedades diuréticas y antihipertensivas.
10- Vitamina D. Interviene en la regulación de los niveles de calcio y fósforo en sangre. Se encuentra en derivados de la leche, huevos, sardinas, atún y frutas como banana.