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El tamaño de los pechos en la evolución humana
Existe el falso mito de que la atracción sexual que ofrecen unos pechos grandes tiene su explicación evolutiva en que permiten una mejor lactancia. Nada más lejos de la realidad. En verdad, unos pechos grandes se asocian, por lo general, a una lactancia más dificultosa.
Como todos sabén, estamos en el año de Darwin. Las charlas, conferencias y actos sobre la evolución afloran por doquier y es un excelente momento tanto para conocer mejor la evolución como también saber más del naturalista adelantado a su tiempo. Sin embargo, igual que aflora información científica y veraz sobre tales temas, también aparece gente que, sin tener mucha idea, aprovecha el tirón de la evolución para plasmar cuatro mitos y falacias que harían a Darwin revolverse un poco en su tumba.
Como dijo en su día Dobzhansky: «nada en biología tiene sentido excepto a la luz de la evolución». Y eso abarca muchas (por no decir la mayoría) de las facetas y características del ser humano: su tendencia a formar sociedades y familias, su tipo de alimentación, la capacidad del lenguaje, las diferencias físicas y psíquicas entre sexos… y también, los pechos humanos. Si lo que se desea es obtener audiencia asegurada hablando sobre evolución, lo mejor es hablar sobre sexo con un «matiz» evolutivo. Pero, por supuesto, hay que hacerlo bien y en condiciones.
En el tema que nos ocupa, el tamaño de los pechos y la atracción sexual que ellos despiertan, existen muchos mitos y falsedades sobre su explicación evolutiva. Es innegable que un gran tamaño de las delanteras (hasta ciertos límites en que ya resulta grotesco) es un poderoso estímulo sexual para los hombres heterosexuales. Ahí estuvo el artículo de Ricardo Mena «Las tetas más grandes del mundo» entre los más vistos de Soitu.es durante semanas respaldando esta afirmación. También existen dichos muy conocidos como aquel «tiran más dos tetas que dos carretas» reflejando el «poder» de persuasión de los mismos.
Ahora bien, no debemos caer en el simplismo. Es cierto que el rasgo físico en el que más se fijan los hombres en las mujeres son los pechos (resultado avalado por gran cantidad de estudios). Pero esto no quiere decir que sea algo aplicable a todos los hombres y a todas las sociedades. Muchos hombres se fijan más en otros rasgos de la anatomía femenina y tampoco hay que olvidarse que existen algunas culturas en las que los pechos no son un estímulo sexual predominante.
Esta fuerte atracción sexual hacia unos pechos grandes es evidente hoy en día. Millones de mujeres llegan a entrar en quirófano para aumentar el tamaño de los pechos pese a los riesgos que ofrece cualquier cirugía. Las razones por la que esto se da son múltiples pero una importante explicación es la del pecho voluminoso como potente estímulo sexual para el hombre ante su visión.
Los pechos, como potentes elementos de atracción sexual, han sido muy estudiados por ciencias como la antropología. Si nos vamos al ámbito de la biología, también resulta bastante llamativo que nuestros parientes más cercanos, los monos, no posean estas protuberancias tan desarrolladas y queden prácticamente ocultas salvo en épocas de lactancia.
Desde un punto de vista evolutivo, sin embargo, no está aún claro en la actualidad por qué los pechos grandes tienen tanta importancia para los hombres. Algo que resulta muy distinto para las caderas donde se tiene bastante claro que la atracción sexual que despiertan unas caderas anchas se asocia de forma importante con una mayor capacidad para dar a luz sin problemas en el transcurso del parto.
El primer acercamiento sobre la explicación evolutiva de los pechos grandes podría ser (en analogía a las caderas anchas) que éstos permiten una mejor lactancia. Es decir, a mayor tamaño de pechos, mayor cantidad de leche producida y mayor seguridad de que el bebé tuviera su sustento asegurado. Sin embargo, basta conocer un poco de la anatomía femenina para saber que el volumen del pecho no se debe a las glándulas mamarias (productoras de leche) sino al volumen de grasa (y en menor proporción a retención hídrica). Dicho de otra forma, que una mujer tenga unos pechos más grandes, significa que tiene más volumen de grasa pero nada más. No implica para nada que tenga mayor capacidad para producir leche (salvo casos de desnutrición), puesto que esto depende del volumen de glándulas mamarias y de que exista un mínimo de aporte nutricional.
Además, unos pechos grandes dificultan, por lo general, la lactancia ya que favorecen la obstrucción de la nariz del bebé mientras se agarra al pezón, dificultándole la respiración mientras lacta. Así pues, la explicación de los pechos grandes como indicadores de buena lactancia es falsa.
En la actualidad, las hipótesis más fuertes sobre la explicación evolutiva de los pechos grandes son las siguientes:
1. Los pechos grandes como señal de buen estado de nutrición de la mujer. En el pasado, la búsqueda de sustento era mucho más difícil que en la actualidad y no eran raros los casos de hambruna o déficits nutritivos. Una mujer con unos pechos grandes (recordemos que se asocia a abundante grasa) era una señal de un buen estado de nutrición. De hecho, las mujeres con mayor grasa corporal (las más rollizas, por decirlo de alguna manera) eran las mejor valoradas como señal de salud. Esta señal de buen estado de nutrición reflejaba las posibilidades de supervivencia de ésta así como también de disponer de las suficientes reservas nutritivas para que la lactancia fuera viable. Dicho de otra forma, una mujer desnutrida (y con unos pechos muy pequeños) tendría una expectativa de vida baja y probablemente no fuera capaz de producir leche.
Quizás alguien se esté preguntando qué sentido tiene relacionar los pechos con la lactancia, pues para asegurar el sustento lácteo al bebé basta con comprar leche artificial hoy en día. Pero debemos tener en cuenta que nuestros instintos no se lo debemos a la actualidad sino al transcurso de miles de años durante el pasado. Las caderas anchas, existiendo hoy en día las cesáreas, tampoco tendrían por qué ser un potente elemento de atracción sexual y sin embargo lo son. En última instancia, nuestros instintos más primarios obedecen a ventajas adaptativas frente a un ambiente del pasado muy distinto del actual a la hora de sobrevivir y perpetuar la especie.
2. Los pechos grandes como señal de ovulación. A lo largo del ciclo menstrual, los pechos van sufriendo variaciones visibles en su volumen. Normalmente, su mayor volumen suele ser durante la ovulación, momento durante el cual la mujer puede quedarse embarazada. Debido a que la hembra femenina no muestra unas señales evidentes de la ovulación, el aumento de volumen de los pechos se convertiría en una señal que avisara al varón de ese momento.
3. Los pechos grandes como pura señal sexual. Los pechos serían el sustituto frontal de las nalgas. De esta forma, la bipedestación dejó ocultas las señales sexuales de las nalgas (muy importante en nuestros parientes los monos) e hizo necesaria una potente señal sexual que fuera percibida de frente (como suelen relacionarse los seres humanos). De esta forma, los pechos aumentaron su volumen con el paso de los años mientras dificultaban la lactancia al mismo tiempo.
Cada una de estas hipótesis tiene también sus puntos débiles y no existe en la actualidad una que ayude a responder perfectamente el papel evolutivo del tamaño de los pechos. Muy probablemente, la explicación real se esconda en la combinación de varias de ellas.